Los Mitos en el Tarot: ARES




<< Ares como encarnación de la agresividad ha sido una de las fuerzas más potentes que han actuado a lo largo de la historia de la humanidad. Es el “hombre de acción” del Olimpo, dios de la guerra y las tensiones, el amante incansable y turbulento que prospera en el conflicto y se regocija en la batalla. En Ares vemos nuestra agresividad bruta y sangrienta, antes de que la civilización la atemperara o reprimiera. >>



ARIANNA STASSINOPOULOS, “Los Dioses de Grecia”



<< En la literatura y en el arte, Ares es conocido por los dos papeles que Homero le asignó: guerrero y amante. Bajo su nombre romano de Marte es prácticamente un sinónimo de guerra y para todo aquel que disfrute con sus sanguinarios aspectos. >>



PHILIP MAYERSON, “Mitología clásica en Literatura, Arte y Música”



Ares como dios, arquetipo y hombre, es una imagen del poder físico masculino, de la intensidad y de la acción inmediata. Su corazón e instintos literalmente le impulsan a actuar y a reaccionar con su cuerpo, sin tener en cuenta las consecuencias. A su padre Zeus no le agradaba y se puso en su contra, al igual que el patriarcado desvaloriza sus atributos.
 
Ares, el único hijo de Hera y Zeus, es el dios de la guerra para los griegos, al que siempre consideraron un dios excesivo. Los romanos llamaron Marte a Ares y fue para ellos el protector de la comunidad y padre de Rómulo y Remo. Es esta faceta la que recoge el Ares de Playmobil, de ahí la loba/perra que se incluye en la caja.
 
La versión griega del mito la conocemos a través de Homero. Jugueteando con los Alóadas, Oto y Efialtes, los dos hijos gigantes de Poseidón e Ifemedea, e ignorante de los planes de ambos hermanos de asaltar el Olimpo, Ares es secuestrado y encerrado en una vasija de bronce. Hermes, con la ayuda de Afrodita, logra liberar al dios trece meses después de su secuestro.
 
La visión que Homero tiene de Ares es la que ha prevalecido: Ares, que nunca consideró la guerra entre Griegos y Troyanos como un juego. Ares se pone del lado de los troyanos. Homero lo describe como un dios sediento de sangre, despreciable. Un fanfarrón plañidero que siempre era vencido, herido, insultado y avergonzado por su hermanastra Atenea. Se decía de él que no sabía distinguir «lo que estaba bien» por falta de carácter porque ahora «recurre a uno y luego a otro». Ares reaccionaba emocionalmente; sus sentimientos le conducían a las batallas del lado de los hombres con los que sentía alguna relación, generalmente sanguínea. La lealtad o la venganza eran sus motivaciones y estaban por encima de otras consideraciones.
 
Ares, en la época clásica, se usaba como adjetivo para resaltar la barbarie o la brutalidad de algún dios. Así existe Afrodita Areia, Atenea Areia o Zeus Areia, reflejando un estado especial de enamjenación mental transitoria en el que la diosa o el dios enloquece y destroza todo lo que encuentra a su lado. Es curioso que a Apolo no se le aplique este adjetivo, aunque existe una razón: Apolo es bastante más despiadado y brutal que Ares porque tiene la precisión de un cirujano plástico para provocar dolor.
 
Como dios de la virilidad masculina, a lo largo de las narraciones de Homero y Ovidio, pueden contabilizarse treinta amantes y sesenta hijxs. Su amante favorita es Afrodita, por la que siente devoción, aunque también le trae por la calle de la amargura. Esos celos de Ares…
 
Ares fue un padre muy emotivo y que actuaba en nombre de sus hijos. Cuando uno de los hijos de Poseidón violó a Alcipe, una de sus hijas, Ares le mató en el acto. Poseidón le convocó para ser juzgado por asesinato ante un jurado de dioses. Es absuelto en una colina de Atenas cercana a la acrópolis, que a partir de entonces se llama el Areópago o la colina de Ares.
 
En el Himno a Ares, de Homero, se alaban las virtudes de Ares con frases como “Ares tiene un poderoso corazón”, “Ares, padre de la victoria”, “Ares el que favorece la justicia” o “Ares, cabecilla de los hombres más justos”. Se le llama también “el que ayuda a la humanidad, dispensador del dulce coraje de la juventud”. Esta visión de Ares, que también forma parte de la tradición griega, coincide con la visión positiva romana del dios de la guerra, Marte.
 
La emotividad de Ares no casaba bien con Zeus. En esa familia, encabezada por Zeus, los descendientes que merecieron respeto fueron los que destacaban por su frialdad emocional…
 
Ares personifica la agresividad, la respuesta impetuosa, el amor por el ruido y la furia. Es ese estado de descontrol en el que cegado por la venganza, el ultraje o la lealtad, puede provocar un cataclismo de proporciones homéricas. Es ese señor normal que no duda en asesinar a ochenta albaneses que, de una forma u otra, están implicados en el secuestro de su hija; es ese soldado al que le darán una medalla al valor por haber hecho un acto profundamente insensato y casi suicida; es ese individuo que, tras unas copas de más, empieza una terrible bronca en un bar o que inicia una pelea callejera. Todos ellos están poseídos por Ares: la ira, el miedo y el asco provocan una reacción visceral, violenta, desatada. Ares es el protagonista del tumulto, está en él, como participante activo, nunca como espectador.
 
Ares mantuvo una relación de larga duración entre iguales con Afrodita. Una rareza en un mundo en el que los dioses tenían las costumbre de violar, raptar o abusar de cuanta mujer o diosa se pusiera a su alcance. La apasionada naturaleza de Ares, su materialismo y la plenitud con la que se queda atrapado en sus emociones del momento son las cualidades del amante Ares. No se preocupa de las comparaciones con los demás cuando hace el amor con la diosa más experta en asuntos del sexo. La suya es una sexualidad lujuriosa sin la dimensión extática transpersonal de Dionisos.
 
Hay una cualidad de Ares que está infravalorada: su capacidad danzarina, para bailar. Como Ares está más conectado con sus emociones que con su mente, la danza le permite conectar cuerpo y mente. Cuando Ares es rescatado por Hermes, Hera, su madre, se lo entrega a Príapo, dios de la fertilidad e hijo de Afrodita, para que ejerza de tutor. Es Príapo el que enseña a Ares a bailar. En las culturas tribales, los guerreros son bailarines. Los tambores, los cantos y alguna sustancia estimulante, quizá algún hongo alucinógeno, llevan a los guerreros a bailar antes de la batalla. Los grandes bailarines y danzantes, los que logran canalizar sus emociones a través de la danza, están poseídos, en ese momento de plenitud, por Ares...
 
Los griegos idealizaron el pensamiento y la racionalidad, y desde ese momento histórico hasta la fecha, éstos han sido los valores del patriarcado o de la cultura misógena. Zeus odiaba a Ares. Psicológicamente, Ares representa la sombra de Zeus, esa parte de sí mismo que él desprecia porque no la ha desarrollado y es contraria a la imagen ideal que tiene de sí mismo. El arquetipo Ares, al igual que el dios, es menospreciado por los hombres que ejercen el poder a distancia, que son fríos estrategas y a veces engañosos embaucadores. Mientras Ares se rebaja al grado de un soldado raso en el campo de batalla, Zeus prefiere lanzar un rayo desde lo alto o Hermes robar el ganado de su hermano Apolo, en lugar de pelear o batirse en duelo.
 
Una persona prudente no atacaría a alguien relacionado con Ares, porque ello invitaría a la represalia inmediata. Él cuidó de sí mismo, de su hija y de sus hijos. De hecho, Ares fue el único dios que lo hizo. Al igual que Marte, después protegió a los ciudadanos de Roma con la misma fiereza...
 
Los Zeus y Apolos que adoran la racionalidad fría y aséptica de datos cuantificables, de verdades estadísticas, no saben muy bien qué hacer con esa emotividad, ese desparrame emocional, esa sexualidad carente de propósito de Ares. Necesita civilizarse. Es un bestia. Tiene que aprender a ser más taimado. Hay que educarle. Llorar es de chicas. Bailar no es de hombres. Abrazar a otros hombres no está bien. Hay que obedecer a la autoridad y ser sumiso ante ella, aunque sea injusta. No hace falta dar besitos y arrumacos para demostrar el amor. Yo te quiero y quiero solo lo mejor para ti. Etcétera. ¿Que tal si le encerramos en una jarra de bronce para civilizarle, para que aprenda a ser un hombre?
 
El muchacho Ares encerrado en la jarra es el anhelo de contacto físico con el padre que nunca jugó con él ni le abrazó con fuerza; es el impulso que no puede expresar de pasar el brazo por los hombros de un amigo, de ser un compañero; es el niño jugando a lanzar una pelota que cruce esa avenida por la que pasan coches. Es lozanía, terrenalidad y sudor. Es riesgo inconsciente.
 
Un hombre (o una mujer) Ares puede parecer que viven sólo en su cabeza, los métodos civilizatorios de Zeus y Apolo han funcionado y han logrado que realmente crea que ser así está “mal” y han desintegrado mi autoestima, y sin embargo su cuerpo sigue reaccionando con tensión o relajación física. Por ejemplo, puede que no sienta ira ni miedo, pero sus músculos se tensan o sus manos se aprietan en puños cerrados. Normalmente no se da cuenta de esta reacción física hasta que alguien se lo comenta. Aún más inconsciente es el Ares que sólo se manifiesta en la hipertensión o a través de los intestinos, en forma de estreñimiento o diarrea.
 
Por temperamento, un hombre Ares tenderá a hacer trabajos de acción. Detesta profundamente el trabajo administrativo o burocrático, las metas a largo plazo y la jerarquía corporativa, esa en la que se asciende no por méritos sino por contactos. Ares el guerrero puede ser un magnífico oficial de esos cuerpos del ejército que algunos países civilizatorios envían a misiones de pacificación o, si no hay conflictos a la vista, un destacado miembro activo de Mercenarios Sin Fronteras.
 
Los negocios de la construcción y los campos de petróleo atraen a hombres con personalidad Ares, que se sienten atraídos por la acción y los riesgos. Si están bien pagados, tienden a ser derrochadores compulsivos cuando tienen dinero. Su éxito depende en gran medida de su suerte, porque Ares no sigue un plan a largo plazo. Éste puede llegarle a raíz de que una cosa le conduzca a otra. También puede depender de que haya desarrollado habilidades innatas, las cuales ha pulido no mediante la práctica deliberada, sino porque ha perseverado en hacer algo que le gustaba. Cuando triunfa, suele sorprender a todo el mundo, incluso a sí mismo. En el camino, sin duda se encuentra con problemas con la autoridad, quizá le han despedido por haber perdido la paciencia o por no presentarse en el trabajo. Si su vida laboral le va bien, será porque ha aprendido algunas lecciones, habilidad y ha tenido un golpe de fortuna.
 
Ares es más un amante de cantidad que de calidad. Su pareja ideal es el de alguna mujer poseída por el espíritu de Afrodita o de Venus, empoderada, consciente de su cuerpo y de sus necesidades e interesada en el Aquí y Ahora, ya, en este instante. Es con la única con la que puede mantener una relación en un plano de igualdad. Con las Ateneas, una versión feminizada de Apolo, no funciona. Y con otros arquetipos, Ares tiende hacia el maltrato físico y psicológico.
 
Sexualmente tiende a cierto egoísmo, a cierta despreocupación hacia su compañerx de juegos sexuales. En relaciones más fraternales o amistosas, los Ares, gracias a ese desparpajo emocional, prefieren rodearse de mujeres y no de hombres. Con los hombres practica esa intimidad cuartelaria: alias para referirse a sus amigos, conversaciones banales acerca de deportes o mujeres o nada en particular y cierto tipo de compromiso, como si viviéramos en permanente estado de excepción o guerra, esa camaradería que se gana en las trincheras llenas de barro y mugre en algún lugar deslumbrante por su belleza. No practica, con otros hombres, la apertura emocional, aunque es posible que suelte alguna lágrima por algún compañero caído en alguna escaramuza en las montañas afganas.
 
Un Ares no encaja bien en una cultura puritana o sexualmente reprimida. Puede considerar su propia lujuria como algo superficial o vulgar, pero sentir que de él depende condenarla y reprimirla. Es bueno ideando excusas para no ser descubierto en alguna infidelidad, pero como el dios, siempre termina siendo descubierto. El Ares homosexual es absolutamente promiscuo y tiende hacia la musculación hiperdesarrollada y los bronceados apolíneos, hacia cierto tipo de arquetipo apolíneo de belleza sexual. Los Ares no suelen usar preservativo en sus relaciones sexuales más o menos esporádicas. Suelen dejar embarazadas a chicas en el principio de sus años de juventud, casarse con ellas y entrar en la rueda de supervivencia burguesa habitual. Pero si Ares se conserva en el tiempo, más pronto o más tarde aparecerán conflictos que sacarán de él lo peor de lo peor… No es miseria moral. Es eso que Hannah Arendt llamó la Banalidad del Mal, no pensar que lo que estás haciendo es inmoral… No pensar en absoluto…
 
El CABALLERO DE VARAS se acerca más y más…
 
El espíritu de Ares en un hombre es provechoso cuando las condiciones socioeconómicas y culturales se mueven en la clase media baja, pero es un infierno, si tienen la mala fortuna de nacer en un entorno de clase alta, en donde Zeus (su padre) y el entorno que lo rodea, tienden más hacia el desarrollo intelectual y menos hacia la fuerza física. En general, este tipo de espíritu, belicoso, incapaz de gestionar adecuadamente sus emociones, siempre tendrá enfrentamientos funestos con su papá, suponiendo que aún esté presente o haya estado presente en algún momento de su vida. Los entornos en donde el trabajo físico se premia, la familia es más un clan o una comunidad o donde existe la solidaridad entre los vecinos, son un espaldarazo para la autoestima de los Ares. Son los entornos en donde nace el arte urbano, el parkour, el hip hop, el trap, el dub de suburbio… la expresividad de Ares a pleno rendimiento… Porque es a través del arte o de la actividad física brutal que Ares logra dominar su espíritu de inmediatez y espontaneidad tan deslumbrante y efímero como la de unos fuegos artificiales.
 
Los que creen que la violencia es la que resuelve todos los problemas, que la destrucción de algo es garantía de que algo mejor va a aparecer, están en Ares. Los que creen que la vida es una lucha o que se necesita ser Guerrero ( de luz o de lo que sea), están poseídos por ese espíritu de Ares, el soldado, el mercenario, el tipo que disfruta en una selva impenetrable con un AK47 en la mano, el que se enfrenta a las fuerzas de la oscuridad, no convenciendo, sino imponiendo…
 
Los Ares que han sufrido maltrato siendo niños, serán maltratadores en el futuro. Pero solo ellos, los Ares. Entre un 3 y un 6% de todos los niños que han sufrido abusos, son Ares que se convertirán en temibles Zeus para sus propios vástagos. Ares es ese que entra a cualquier provocación, como si no hubiera mañana, lo que garantiza que será humillado decenas de veces antes de alcanzar la edad adulta y hacer lo mismo que a él le hicieron camuflándolo bajo ese nombre de Rito de Iniciación de Nuestra Fraternosororidad… El rencor y la impotencia que sintió de niño se convierten ahora en la justificación y excusa para ser cruel y brutal…
 
Es muy difícil que un espíritu Ares no tenga conflictos en el trabajo, salvo que este sea un trabajo de hombres y físico. Siempre tendrá dificultades con los Apolos y Ateneas, sus jefecillxs.
 
Ares siempre fue amante, nunca fue esposo. Este detalle, que parece banal, lo complica todo si no está con la persona adecuada o es extraordinariamente celosa. Tendrá problemas con toda seguridad.
 
Los Ares explotan cuando beben. Para bien o para mal. Liberan las ataduras que le impedían ser explosivo emocionalmente y puede convertirse en un compañero infatigable de juerga y parranda o un tipo violento, con mala onda, gesto ceñudo y puños cerrados… Desgraciadamente, abundan más los segundos...
 
Ares se encarna en el CABALLERO DE VARAS, tal y como he descrito esta carta desde que empezó la Vía Alegórica. No es un estado permanente, ni mucho menos, pero puede ser el dominante de Consultante en una tirada ante una pregunta o situación determinada. Todas las cualidades de Ares, las más cercanas a positivas, están aquí. El derroche de energía, la promiscuidad sexual, los deportes de riesgo o los trabajos breves o intensos que encierran un desafío o un reto...
 
El alcohólico violento, el desagradable, el explosivo, el maltratador físico y psicológico que es un Ares incapaz de canalizar sus emociones de una forma inteligente, está en el CABALLERO DE ESPADAS. Esa emotividad contenida, esa herida emocional causada por un padre feroz y un entorno exigente, esas emociones que se van haciendo fuertes y no salen de ninguna forma más allá de la violencia y el gesto huraño están en consonancia con el Poseidón introvertido. Ambos practican la violencia desatada por una nimiedad y encarnan, en sí mismos, la banalidad del mal: qué poco cuesta destruir, herir, dañar, humillar cuando no se piensa, cuando se olvida quién está delante…
 
¿Hay un Ares juvenil? El VALET DE VARAS es lo más cercano a un Ares joven que puede expresar sus emociones más primitivas sin necesidad de ser violento ni brusco. Pero esa expresividad desmesurada forma parte del arquetipo, así que hará cosas que, el resto de los mortales, quizá más centrados en placeres más dionisíacos o más perezosos, no haremos jamás…
 
Un Ares ya viejo, cansado o sencillamente , demasiado viejo para morir joven y demasiado joven para morir, está en el REY DE VARAS. Pero eso, ya lo sabían...
 
Pero, ¿cómo interpretar este CABALLERO DE VARAS si es la carta que describe la situación? ¿Cómo se interpreta si no representa a nadie en particular, si aparece en el centro de una Tirada a Tres cartas de, por ejemplo, Amor & Sexo?
 
Si la situación es un presente continuo, es decir, está estable en un modelo “Ares”, implica eso que llamamos Relación Torrencial en la que nos entendemos en la cama pero no fuera de ella. Que está sometida a tensiones de todo tipo que la hacen explotar, bien en sentido erótico, bien en sentido brutal. Esas separaciones descarnadas en las que los amantes se insultan y degradan pero que después de un corte aparecen en un plano cenital en una cama de sábanas desordenadas viven una relación Ares. En asuntos más banales, este CABALLERO DE VARAS refleja un trabajo o una actividad en la que Consultante se siente mucho más que bien, porque saca de él/ella todo su potencial.
 
Si la situación es novedosa, sorprendente o sencillamente nueva, este CABALLERO DE VARAS reemplaza al Sexo Esporádico de una noche de verano. En el caso de trabajos o asuntos más banales, se llama Trabajo Fijo Discontinuo o trabajo puntual y más o menos esporádico, físico, agotador, brutal… Trabajitos de Ares, duros, cortos, bestiales: apagafuegos de campos de petróleo en llamas, buzos soldadores, limpiadores de centrales nucleares, conductores de camiones de piezas de un puente… O todos los que trabajan por temporada.