(El Tarot de Pamela): EL CARRO de A.E. Waite


El “creador” del mazo que lleva su nombre, Arthur Edward Waite, tiene una idea luminosa para El Carro: como no sabe qué personaje artúrico puede entrar en un carro, ya sea en Camelot o en Avalon y no puede imaginar a su idolatrado y casi eremítico Sir Galahad montado en él, decide copiar la carta del Tarot del genial, irregular  y no siempre bien ponderado Oswald Wirth. Se la apropia. ¿Es plagio? ¡No, dice Arthur Edward, somos los dos francmasones!¡La Hermandad!

Oswald Wirth se adscribe a la rama del esoterismo occidental francés. El gruppetto que forman Eliphas Levi, Stanislas de Guaita, Papus, Martines de Pasqually, Louis-Claude de Saint Martin y el propio Oswald. En su mayoría cabalistas cristianos. Wirth publica su mazo en 1889 y lo llama el Tarot de Los Imagineros de la Edad Media. Su CARRO, es el primero que tiene esfinges en vez de caballos, sigue las ideas de Eliphas Levi. Arthur, el “creador” del mazo que lleva su nombre, coge esta carta y le dice a Pamela que la quiere más o menos igual, que mantenga intacta la carta. Obviamente, Pamela tiene su propio estilo. Y es una profesional. Así que la copia. Es la última carta en la que estampa su firma. Sabe que es un plagio. Inmediatamente después pinta el famoso Tres de Oros… sí, la carta del Alquimista, el Sacerdote, su marido y su amante… 


Según Cirlot, siguiendo a Oswald Wirth, EL CARRO se representa por “la figura de un joven revestido de coraza y armado de cetro, montado en el simbólico carro. Encarna los principios superiores de la personalidad humana. En el carro se ve el emblema del globo alado egipcio, que representa la sublimación de la materia y su movimiento (evolución). El carro tiene también las ruedas rojas, en relación con los torbellinos de fuego de la visión de Ezequiel. Dichas ruedas surgen en contraposición con el baldaquino o palio azul que cubre el carro, significando la separación entre lo absoluto y lo relativo. El alegorismo de esta imagen llega a detalles prolijos. Así, la coraza del conductor del carro representa su defensa contra las fuerzas inferiores, mostrando cinco clavos de oro, alusivos a los elementos y la quintaesencia. Sobre sus hombros se ven dos crecientes lunares que significan el mundo de las formas. El carro es arrastrado por lo que parecen dos esfinges, pero en realidad es un anfisbena de dos cabezas, símbolo de los poderes antagónicos que hay que sojuzgar para poder avanzar (como en el caduceo se equilibran las dos serpientes contrarias). Este arcano se halla asociado a las ideas de autodominio, progreso y victoria.”

¿Y McGregor? ¿Qué dice McGregor Mathers? ¿ Y Crowley? ¿Y Arthur “Eddie” Waite? ¿Qué dicen, qué?

 Samuel Liddell McGregor Mathers es el “creador” del tarot que será el “oficial” de la Orden Hermética de la Aurora Dorada (no confundir con ese grupo neonazi con el que comparte nombre, aunque, bien mirado, quizá…), un mazo que jamás verá la luz, con ilustraciones de Moina McGregor. Acerca de El Carro, está conforme con lo que dice Eliphas Levi, más que nada porque no se le ocurre nada nuevo. Samuel escribe en el “Libro T”:

<< Este el más complicado e importante símbolo, el que ha sido restaurado por Eliphas Levi. Esto representa un Conquistador coronado y sosteniendo un cetro, montado sobre un carro cúbico, sobre el cual hay cuatro columnas y un dosel, y es tirado por dos caballos, uno de ellos mira hacia delante, mientras que el otro gira su cabeza hacia él (Dos ruedas se muestran en un solo plano simple) Esto representa Triunfo, y Victoria de la Justicia y Juicio. >>

Sí, Samuel sigue viendo caballos donde Eliphas ya ve esfinges. Y le da la siguiente interpretación: 

<< Triunfo, victoria, vencimiento de obstáculos >>.

Aleister tampoco tiene ideas novedosas respecto a El Carro. En su “Libro de Thoth”, además de recomendar a Frieda Harris que se deje llevar por el modelo Wirth, le pide que añada más esfinges, una por cada elemento y escribe en tono “para iniciados” lo mismo que Wirth y McGregor Mathers: 

<< El dosel del Carro es del color del azul del cielo nocturno de Binah. Los pilares son los cuatro pilares del Universo, el régimen del Tetragrámaton. Las ruedas escarlata representan la energía original de Geburah, la cual causa el movimiento giratorio. El Carro está tirado por cuatro esfinges compuestas de los cuatro Querubines, el Toro, el León, el Águila y el Hombre. En cada esfinge, estos elementos están intercambiados; de forma tal que todo el conjunto representa a los dieciséis sub-elementos. El Conductor está vestido en una armadura ambarina apropiada para el signo. Él está entronizado en el carro, más que conduciéndolo, ya que la totalidad del sistema de progresión está perfectamente balanceada. Su única función es sostener el Santo Grial. Sobre su armadura están incrustadas las diez estrellas de Assiah, herencia de rocío celestial de su madre. Él porta como penacho al Cangrejo, apropiado para el signo. La visera de su yelmo está bajada, ya que ningún hombre ha visto su rostro y ha vivido. Por la misma razón, ninguna parte de su cuerpo está expuesta.>>

¿Cómo, Aleister? ¿El Grial? Entonces solo puede Sir Galahad… pero ¿lo del ‘rostro que nadie puede ver sin morir’ no es la famosísima Medusa?… La coctelera de Crowley. Su sentido interpretativo después de esta perorata es:

<< Triunfo, victoria, esperanza, memoria, digestión, violencia en el mantenimiento de ideas tradicionales, el “duro-de- matar”, crueldad, apetito por la destrucción, lealtad, autoridad bajo autoridad. >>…. 

La heroína, amigxs, y alguna de sus secuelas. Como escribió el gran poeta Allen Ginsberg, he visto a los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, hambrientos, histéricos, desnudos, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico picotazo…

“Artie” Edward Waite no se queda a la zaga. Él es el “creador” del mazo que llevará su nombre. Así que da un paso más. En “La Clave Pictórica del Tarot” escribe:

<< Una figura erecta y principesca llevando una espada. En los hombros del héroe victorioso, están Urim y Thummim (son objetos, tradicionales de la antigua religión israelita asociados con la adivinación y muy especialmente con la cleromancia o adivinación con habichuelas o habas). Ha conquistado todos los planos de la mente, la ciencia, el progreso, ha traspasado determinados ritos iniciáticos. Está en lo que en términos mundanos llamamos Triunfo: Un triunfo exterior y visible y no íntimo, la superación intelectual de determinados ritos de iniciación.  Si se sentara entre los pilares en donde está La Suma Sacerdotisa, no podría desplegar ese librito que es la Torah ni contestar a ninguna pregunta que ella le formulara. No es miembro de la corte por herencia ni es sacerdote >>. ¡Clarísimo, Artie!

Sí, amigxs, podríamos hacer un campeonato para determinar cuál es el más críptico, oscuro, farragoso y simbólicamente pobre de todos ellos. 

Su interpretación es exactamente la misma que la de McGregor Mathers:

<< Triunfo, victoria, vencimiento de obstáculos >>….

Frente a esa disección enloquecida en símbolos sin apenas relación entre sí que hacen los esotéricos victorianos desde Eliphas Levi hasta Crowley y compañía y que solo muestran un sentido ultrapanoico de la existencia en el que todo es símbolo y debe significar algo, Pamela simplifica. Ninguno de los esotéricos, a la hora de describir esta carta empiezan diciendo, “Un tipo que ha triunfado o un Vencedor en mil batallas…”, sino que lo llaman Joven con Algo en la mano,montado sobre un Tetramorfos recubierto de azul y blablabla...

La idea del Carro que ella tiene en su cabeza después de haber visitado la British Gallery y ver barajas y barajas de tarot, no solo el Sola Busca, no se parece en absoluto a la de Oswald Wirth. Le pregunta al tipo que le ha encargado el trabajo de ilustrar un mazo de cartas, un tal Arthur Edward Waite: pero, ¿cuál es el sentido que le quieres dar a la carta? Artie dice: Victoria, Triunfo, Éxito y después se pierde en disgresiones cada vez más abstractas. O sea, piensa Pamela, Júpiter y Juno, el carro de Apolo… Toma, Pam, copia esto y le da la carta de Oswald Wirth. 

Júpiter, el dios de todos los dioses, es el Gran Triunfador. Aunque es un dios triste: no hay nada más triste que bailar que tu hermana, y él se casa con ella, con Juno. Antes ha matado a su padre.  Júpiter es la evolución romana de Zeus, pero no es un violador como el dios griego. Júpiter y Juno, siguiendo a René Guenon, se corresponden simbólicamente con el color azul. También en el azul se recogen los sentimientos religiosos y la devoción. Todos los epítetos que se añaden a Júpiter van desde El Mejor y Más Grande (Iuppiter Optimus Maximus) pasando por Triunfante (Iuppiter Triumphante) hasta Expoliador del Botín (Iuppiter Predator)…   

Apolo, por su parte, forma parte del panteón olímpico griego. Es hijo de Zeus y Leto y hermano mellizo de Artemisa. Apolo es el dios de la belleza, de la razón, del orden, de la armonía, del equilibrio. Es el iniciador de los jóvenes en el mundo adulto. Es el dios que define lo bello y lo feo. También es el dios que provoca la muerte súbita, las plagas y las enfermedades. Y el que tiene la vacuna, el que protege y cura. René Guenon hace corresponder simbólicamente al amarillo con Apolo, con lo solar, con lo masculino. Con el intelecto, el orden, la civilización occidental. Apolo preside las leyes de la religión y la constitución de las ciudades. 

Pamela tiene formación artística y su maestro, Arthur Wesley Dow, habla de la oposición cromática que existe entre Amarillo y Azul. Le enseña que frente a la pobreza del Blanco/Negro, la secuencia correcta y más acorde con estados del alma es Amarillo, Anaranjado, Rojo, Violeta y Azul, en donde el Verde nace como una suma directa de los extremos. Así que Pamela se apropia de la carta de Wirth y crea una carta repleta de simbolismo inteligible: en un mundo civilizado, ordenado, pulcro, bello (todo ese amarillo), aparece el triunfador en su carro, el héroe, ese al que se recibe tirando pétalos de flores y cantando loas (Alguien al que se compara con Júpiter pero que no es Júpiter, es solo un ser humano más). Es el Predator (Mata a uno y te llamarán asesino; mata a un millón y te llamarán conquistador; mátalos a todos y te llamarán dios)… Un triunfador mundano, efímero, en un mundo limpio y pulcro, el de la razón, el del orden, el de Apolo… Un hombre triunfando en un mundo de hombres, que cree tener domesticada a la naturaleza (esas esfinges) porque conoce todos sus secretos y es capaz de ordenarla, conducirla y convertirla en algo bello y útil (frente a las selvas frondosas, los jardines y los parques; frente a las bestias salvajes que pueblan el mundo, los zoológicos, etcétera)….

De las esfinges ya he hablado. Por supuesto Arthur Edward Waite, que no tiene formación clásica, ignora todo esto. Ignora a Guénon, ignora quién es Júpiter, ignora quien es Apolo o solo los conoce por su nombre. No sabe que sus esfinges en Blanco y Negro son tan pobres simbólicamente y cree que es la acumulación de símbolos lo importante, aunque no tengan nada que ver entre sí. Esto les pasa a todos los esotéricos occidentales desde Eliphas… Es entonces cuando Pamela decide firmar todas las ilustraciones, haciendo suya la Propiedad Intelectual de las cartas, algo impensable para una mujer que ni siquiera podía votar, en 1909...




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