El Tarot de Pamela): LAS ESFINGES DEL CARRO



La Esfinge aparece retratada por primera vez en la Biblia en una de las visiones de Ezequiel (1, 10): 

<< La forma de sus caras era la de una cara de hombre, con una cara de león en el lado derecho de los cuatro, una cara de toro en el lado izquierdo de los cuatro, y una cara de águila en los cuatro. Así eran sus caras >>

Borges, en “El Libro de los Seres Imaginarios” ayuda a comprender el mito. La Esfinge de los monumentos egipcios (llamada "Andro-esfinge" por Herodoto, para distinguirla de la griega) es un león echado en la tierra y con cabeza de hombre; se conjetura que representaba, la autoridad del rey y custodiaba los sepulcros y los templos.  Plutarco pensaba que “cuando [los egipcios] erigían esfinges en las entradas de sus templos no pretendían otra cosa que dar a entender que la verdad de la doctrina sacra y la filosofía se hallaba oculta entre enigmas”. 

Otras, en las avenidas de Karnak, tienen cabeza de carnero, el animal sagrado de Amón. Esfinges barbadas y coronadas hay en los monumentos de Asiria y la imagen es habitual en las gemas persas. Plinio, en su catálogo de animales etiópicos, incluye las Enfinges, de las que no precisa otro rasgo que "el pelaje pardo rojizo y los pechos iguales".

La Esfinge griega tiene cabeza y pechos de mujer, alas de pájaro, y cuerpo y pies de león. Otros atribuyen cuerpo de perro y cola de serpiente. Se refiere que asolaba el país de Tebas, proponiendo enigmas a los hombres (pues tenía voz humana) y devorando a quienes no sabían resolverlos. A Edipo, hijo de Yocasta, le preguntó:

"¿Qué ser tiene cuatro pies, dos pies o tres pies, y cuántos más tiene es más débil?"

Edipo contestó que era el hombre, que de niño se arrastra a cuatro pies, cuando es mayor anda a dos y a la vejez se apoya en un báculo. La Esfinge, descifrando el enigma, se precipitó desde lo alto de su montaña. Thomas De Quincey, hacia 1849, sugirió una segunda interpretación, que puede completar la tradicional. El sujeto del enigma, según De Quincey, es menos el hombre genérico que el individuo Edipo desvalido y huérfano en su mañana, solo en la edad viril y apoyado en Antígona en la desesperada y ciega vejez. Ahora se formula de ésta manera: ¿Cuál es el animal que anda en cuatro pies a la mañana, en dos al mediodía y en tres a la tarde? La misma fábula se encuentra en el Libro de Las Mil y Una Noches, en la leyenda de San Brandán y en el Paraíso Perdido de Milton.

Es esta versión griega de la Esfinge la que adoptan los esotéricos victorianos y sus sucesores. 

<< Si Edipo en lugar de hacer morir a la esfinge la hubiera domado y enganchado a su carro para entrar a Tebas, hubiera sido rey sin incesto, sin calamidades y sin exilio. >>, escribe Eliphas Levi en “Dogma y Ritual de Alta Magia”. Esa idea es la que subyace de fondo en EL CARRO, la idea de dominar los secretos de la Esfinge.  

Arthur Edward Waite, en su “Historia de la Francmasonería” escribe que La Esfinge:

<< es el guardián de los misterios y los misterios es que se resumen en un símbolo. Su secreto es la respuesta a su pregunta. El iniciado debe conocerla o perder la vida de los misterios. Si él responde, la Esfinge muere por él, porque en su respeto a los misterios han perdido su significado. >>

¿Y que son esos “misterios”, esos “secretos” que hay que conocer y dominar? 

Para Pamela, la artista influenciada por el teatro, el romanticismo, el simbolismo francés (en los comentarios les dejo un par de cuadros pintados por Gustave Moreau a finales del XIX con La Esfinge griega como tema central), a la poesía de los románticos y tardorrománticos (Tennyson o Coleridge, por ejemplo, del que su “tío”, Bram Stoker, era un devoto), la Esfinge es una mujer que aparenta tener muchos secretos, que tiene una vida oculta, separada del mundo, en donde hace y deshace a su antojo lo que cree conveniente, es la que crea y destruye, envilece o tortura almas sosegadas. La mujer como misterio, como un enigma encerrado en un acertijo que es la respuesta a una adivinanza. La mujer como la fuerza de la Naturaleza, los Cuatro Elementos griegos ocultos por un manto de belleza aparente. Oscar Wilde, describe esa visión tardorromántica de lo que es La Esfinge y que, a la postre, es la interpretación más certera. Pueden leer el cuento aquí . Es breve pero esclarecedor. 

Arthur Edward o Aleister Crowley reemplazan la fascinación por alguien a quien no pueden comprender y a la que temen (el terror a las mujeres bellas e inteligentes está aquí), por el control o el dominio de los Cuatro Elementos, de la Naturaleza. Los sueños de la razón creyendo dominar a la naturaleza… Así triunfa el tipo que conduce el Carro. Pamela pinta lo que le piden, dos esfinges en los dos colores clásicos del dualismo, Blanco/Negro y no en los opuestos de la Alquimia (Blanco y Rojo) o Etéricos (Amarillo y Azul)...



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