(El Tarot de Pamela): LA RUEDA DE LA FORTUNA




Arthur Edward se apropia de la descripción que de esta carta hace Eliphas Levi en “La llave de los Grandes Misterios”, ese que arranca con el objetivo de demostrar la existencia de Dios. A grandes rasgos, la carta muestra una rueda apoyada en dos pivotes verticales. Hermanubis está parado en uno lateral, y Tifón en el otro; sobre está la esfinge que sostiene una espada en su quijada de León. Eliphas comenta que el peluquero, Etteilla, que hizo “un estudio superficial del Tarot”, admite una forma más moderna de esta carta, en la cual los seres alrededor de la rueda son un hombre, un ratón, y un mono. Los significados de este Triunfo serían paternidad, la fuerza viril, la manifestación, y el principio. Paul Christian comenta que, en el plano físico, la carta dirige los cambios variantes de la fatalidad o fortuna, comentario del que también se apropia literalmente Arthur Edward pero sin citar las fuentes. Con estos mimbres, Pamela hace una de las cartas más hermosas del mazo.

En “La Clave Pictórica del Tarot”, Arthur Edward escribe este texto para explicar  el arcano. Reconoce que sigue el modelo Eliphas Levi, 

<< … sin embargo, he presentado a Tifón en su forma de serpiente. El simbolismo, por supuesto, no es exclusivamente egipcio, ya que la propia rueda sigue otras indicaciones de Lévi con respecto a la visión de Ezequiel, como ilustrativo de la clave del Tarot particular. Con el ocultista francés, y en el diseño mismo, la imagen simbólica representa el movimiento perpetuo de un universo fluido y el flujo de la vida humana. La Esfinge es el equilibrio en ella. La transliteración de taro como rota.está inscrito en la rueda, intercambiado con las letras del Nombre Divino, para mostrar que la Providencia está imbuida a través de todos. Pero esta es la intención Divina interna, y la intención similar si la ejemplifican las cuatro criaturas vivientes. A veces, la esfinge está representada en un pedestal arriba, lo que defrauda el simbolismo al sofocar la idea esencial de estabilidad en medio del movimiento. >>

Etcétera. Esos textos de Arthur Edward que le hacen parecer un erudito y que solo lo convierten en un pedante aburridísimo. Pamela ve la carta de Oswald Wirth y le resulta insulsa. Entonces lee la Visión de Ezequiel: 

<< Entonces vi que del norte venía un viento huracanado; de una gran nube salía un fuego como de relámpagos, y en su derredor había un fuerte resplandor. En medio del fuego brillaba algo semejante al metal bruñido, y en el centro mismo había algo parecido a cuatro seres con aspecto humano. Cada uno de ellos tenía cuatro caras y cuatro alas; sus piernas eran rectas, con pezuñas como de becerro, y brillaban como bronce muy pulido. Además de sus cuatro caras y sus cuatro alas, estos seres tenían manos de hombre en sus cuatro costados, debajo de sus alas. Las alas se tocaban unas con otras. Al andar, no se volvían, sino que caminaban de frente. >>

Después, en el mismo texto, Ezequiel termina su visión. Son los tiempos del Apocalipsis. Están a punto de sonar las trompetas y abrirse los sellos. Gog, rey de Magog, convencido por Satanás de la victoria sobre Él y su pueblo elegido, se organiza para una batalla monstruosa. Magog está en los extremos del mundo, cuenta Ezequiel y avanza sin piedad. Entonces, ve La Rueda. Y mostrando su inmensa misericordia para con su pueblo elegido, Él convierte en algo menos que polvo a Gog, a Magog y a todo lo que hay en los alrededores. 

Ha tomado notas y bocetado cartas en sus tardes en el British Museum, no solo del Sola Busca. Encuentra la inspiración en una copia en muy malas condiciones de conservación de un mazo completo de la serie S del que se conoce como Tarot de Mantegna y que, en rigor, debería atribuirse a algún grabador florentino de mediados del siglo XV cercano al maestro Baccio Baldini. No es un mazo “de tarot” ni un Minchiatte. 


Ahí está la Prima Causa. Y después, "El  Tarot de Thoth" de Eteilla. Es la versión de 1875 la que está en el British Museum y la carta de las primeras versiones, El Caos, se reemplaza por este Consultante. La idea iconográfica de colocar un tetramorfos en la Rueda de la Fortuna es absolutamente original de Pamela y dota de profundidad alegórica a la carta... pero claro, ¡ella es swedenborgiana! ¿Y qué? 


En la descripción que Arthur hace de la carta de Wirth explica que el que sube por la derecha es el dios griego Tifón y el de la izquierda, Hermanubis, un dios mestizo, medio griego, medio egipcio. Arriba es una esfinge que se parece al celebérrimo León de San Marcos veneciano. Reconoce que no sabe qué hace ahí, así que sugiere su eliminación. También propone cambios para Tifón.
Pamela borra de la Rueda a la Esfinge y coloca en su lugar a Hermanubis. A Tifón, lo divide en dos. Tifón es el último hijo de Gea (o Gaia, para simplificar) y Tártaro (el Inframundo). No es un tipo simpático: está furioso con Zeus y es responsable de huracanes, terremotos y todos esos fenómenos atmosféricos o climatológicos excepcionalmente destructivos. Aparece con las piernas envueltas en serpientes de grosor colosal. Vence en combate fiero a Zeus, pero por poco tiempo. Zeus tiene más aliados que Tifón y termina aplastandolo y enterrándolo bajo el Etna (que como saben, aún está activo). Su mirada es ahora fuego, sus manos son dragones, expulsa lava y su tamaño escapa a la de su imaginación lectora. Es el monstruo rojo que asciende por la derecha de la Rueda. 
Hermanubis es la suma de dos dioses, uno griego (Hermes) y otro egipcio (Anubis), encargados los dos de conducir las almas hacia el Inframundo. Pamela los sintetiza en esa Esfinge que corona la Rueda. 

Pamela es swedenborgiana, seguidora de Emmanuel Swedenborg. Del cómo Pamela llega a hacerse swedenborgiana lo contaré en otra ocasión. No cree en la reencarnación ni en el castigo divino. Cree que ascender al cielo o descender al infierno es, una vez llegado el momento del Juicio Final, elegir en qué tipo de cielo quieres estar. Las almas también tienen libre albedrío. Y sí, está muy bien ser bueno y tal, pero hay que demostrarlo con las obras, lo que realmente has hecho mientras eras mortal. Y las mejores, dice Swedenborg, nacen del uso de la inteligencia. Las obras del espíritu. En una versión ultrasimplificada, que las almas de los tontos, los que en lugar de ser inteligentes y llevar una vida placentera, interesante y alejada de conflictos innecesarios para poder disfrutar de un paraíso en el que puede tener sexo tan placentero como lo tuvo cuando aún estaba atadx a un cuerpo, elegirán un infierno en el que, almas tan tontas como la suya, preocupadas por el que dirán, mentirosas, envidiosas y en permanente conflicto, vivirán tal y como vivieron antes, rodeados permanentemente de eso con lo que aparentemente disfrutaron tanto en vida aunque no hacían más que quejarse cuando estaban vivxs. Las buenas obras, las que nacen del corazón, de las tripas y no las fingidas son las que aseguran un final feliz. No hay karma, ni destino en los seguidores de Swedenborg, uno de los místicos más interesantes del siglo XVIII. Siempre puedes elegir hacer Lo Correcto, aunque sea inmoral… Swedenborg, en “Del Cielo y del Infierno”, narra que una de esas almas que en vida no había hecho nada más que sacrificarse y vivir en lo alto de una columna alimentándose solo con gachas de avena, llegado el momento, no pudo elegir el paraíso porque no tenía nada de qué hablar ahí, y el infierno tampoco, porque realmente no creía compartir con esas almas nada, así que se le hizo un paraíso a medida: un desierto, seco, arenoso, frugal. Y ahí está, para los más tontos. 

Esos símbolos de los Evangelistas están asociados al tipo de Evangelio que escribieron. El de Marcos es el León, porque su evangelio muestra la fuerza de la voluntad del Cristo, la fuerza de un león, la del exorcista que saca demonios solo con palabras. La Voluntad está asociada a las Varas. El de Lucas es el Toro porque el corazón del toro es frande y el del Cristo no lo es menos tal y como se muestra en el evangelio, lleno de parábolas acerca de la compasión y la humildad. Está también asociado a las Copas. El de Juan es el Aguila porque refleja el pensamiento ético y moral del Cristo, es el más elevado, el más poético, el único que rebosa belleza. Está asociado a las Espadas. Y el de Mateo es el Hombrecillo Alado porque su evangelio es el que recoge con más precisión la vida mundana del Cristo. Está asociado con los Oros...

Por eso pinta los símbolos de Cuatro Apóstoles (el Tetramorfos) envolviendo a la Rueda, repleta de símbolos masónicos y otros heredados de Levi para darle un nombre a Él. Si amigxs,  un mundo de buenas obras que se ve asediado por el Mal (Tifón). Y solo la voluntad, el buen corazón, un pensamiento juicioso y una vida sosegada nos mantendrá en el camino. Al final alguien, Hermes, Anubis, Hermenubis,  conducirá nuestra alma hasta la Sala de Juicios y desde ahí, en función de lo que podamos elegir, iremos a un cielo de paz & amor & buen rollo o a un cielo de envidia, chismorreo, pequeñas putadas sin importancia, corrupción, robos y abuso. El triunfo de la inteligencia de las personas para enfrentarse a la adversidad o a la maldad ciega de lxs tifonitxs que por ahí rondan...

La luz de la carta ciega a Arthur que no se ateve a sugerir ni un cambio cuando la ve terminada, aún sin colorear...


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