(El Tarot de Pamela) - OCHO DE VARAS



Como saben, Arthur Edward Waite deja en manos de Pamela Colman el diseño de las cartas que se corresponden con los arcanos menores. Por su parte, McGregor Mathers y el resto de los miembros de la Orden Hermética de la Aurora Dorada (menos de 200 personas en 1909), incluido Crowley y parte de su corte, solo se preocupan de los Triunfos (o Arcanos Mayores). No es hasta que Pamela se pone en marcha, que Samuel L. McGregor añade al "Libro T", su propia versión de estas cartas. De hecho, Pamela se inventa la que, posiblemente, sea la carta más original del mazo: este flamante 8 de Varas. En el Libro T, Moina Mathers señala como debería dibujarse:

<< Cuatro radiantes Manos angélicas blancas, (dos saliendo de cada lado) surgiendo de entre las nubes, entrelazadas dos a dos con el saludo de la Primera Orden en el centro de la carta. Sostienen en total 8 varas, cuatro entre cada dos manos y cruzándose dos con dos. De los puntos de cruce brotan algunas llamas. Coronando, hay dos pequeñas varas con llamas descendiendo de ellas. Arriba y abajo, en una posición central, están los símbolos del Decanato, Mercurio y Sagitario. >>

La versión de Crowley, en el "Libro de Thoth" es aún más retorcida:

<< Esta carta también se refiere a Hod, el Esplendor, en el palo de Fuego, por lo que se refiere al fenómeno de la palabra hablada, de la luz y de la electricidad. La representación gráfica de la carta muestra bastos con forma de rayos, sustentando, o incluso, constituyendo la Materia por medio de su energía vibrante. Arriba de este universo restaurado surge un arco iris; la división de la luz pura, más superior, en los siete colores del espectro, lo cual demuestra la interacción y la correlación. Por lo tanto, esta carta muestra una energía de alta velocidad, tal como la que surge de la llave maestra para la física matemática moderna. Será notado que no hay llamas; estas se han convertido en rayos. Por otra parte, la energía eléctrica ha creado una forma geométrica inteligible. >>

Lo sorprendente, es que ambos usan, para darle sentido interpretativo, lo que el denostadísimo Eteilla (¡cobraba!¡se enriquecía con su "don"!¡No es unos de los "nuestros"!¡blablabla...) escribió a finales del siglo XVIII y que recogen los dos: rapìdez, avance, velocidad. 

Esta carta es un homenaje de Pamela Colman a uno de sus grandes influencias, el maestro de Ukiyo-e, Katsushika Hokusai, en donde reemplaza las olas y las barcazas sobre las que esa ola va a caer por estas varas que amenazan caer sobre su propio paisaje interior. Pamela conoce la obra de Hokusai gracias a su maestro más decisivo en cuestiones estilísticas y profesor en el Pratt Institute en el que estudió, el amante de los paisajes, la linea clara y las masas de color, Arthur Wesley Dow...



El sentido alegórico o simbólico de la carta que se intuye en la ilustración de Pamela es bastante más interesante y mucho menos pretencioso que el de sus ilustrados camaradas de fraternidad...





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