LA TEOGONÍA DE HESÍODO


Al principio, según describe Hesíodo, solo había el vacío. De ese vacío, se materializó Gea (Tierra). Ésta dio a luz a las montañas, al mar y a Urano (Cielo), que se convirtió en su esposo. Gea y Urano se unieron y se convirtieron en los padres de los doce Titanes. En la genealogía de los dioses de Hesíodo, los Titanes eran una dinastía reinante temprana, los padres y abuelos de los dioses del Olimpo.

Urano, el primer patriarca o figura paterna en la mitología griega, se enfadó por la capacidad generativa de Gea, ya que engendrar hijos no era de su agrado. Cuando nacieron los últimos niños, él los escondió en el gran cuerpo de Gea, la Tierra, y no les dejaba ver la luz del día. Gea padecía grandes dolores y tristeza por esta violencia contra sus recién nacidos. De modo que recurrió a sus propios hijos, los titanes, para que la ayudaran. Tal como narra Hesíodo, la movía la angustia, por lo que les dijo claramente: << Hijos míos, tenéis un padre salvaje; si me escucháis podremos vengarnos de su malvado ultraje: fue él quien empezó a usar la violencia >>. Por lo tanto, según Hesíodo, es la violencia de Urano (el padre) contra sus propios hijos el Mal Inicial, la que engendró la violencia subsiguiente. Fue el pecado original del dios padre celestial, que se repetiría en las siguientes generaciones. 

Los titanes quedaron todos “presos del miedo” a su padre, salvo el más joven, Cronos (Saturno para los romanos). Sólo Cronos respondió al grito de auxilio de Gea con estas palabras: << Madre, estoy dispuesto a llevar a cabo tu plan hasta el final. No respeto a nuestro infame padre, puesto que fue él quien empezó a utilizar la violencia. >>. Armado con una hoz que le dio su madre y siguiendo el plan que ella había urdido, se acostó a esperar a su padre. Cuando Urano acudió para copular con Gea y se echó sobre ella, Cronos tomó la hoz, le cortó los genitales a su padre y los tiró al mar. Tras haber castrado a su padre, Cronos se convirtió en el dios más poderoso, el que junto a sus hermanos, los titanes, gobernó el universo y creó nuevas deidades. Cronos se casó con su hermana Rea, que, como su madre Gea, era una diosa terrestre. De su unión surgió la primera generación olímpica: Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus.

Sin embargo, una vez más el progenitor patriarca, esta vez Cronos, intentó eliminar a sus hijos. Avisado de que estaba destinado a ser derrocado por su propio hijo y decidido a que eso no sucediera, se tragaba inmediatamente a cada uno de sus vástagos al nacer, sin tan siquiera comprobar si el recién nacido era varón o hembra. En total, se tragó tres hijas y dos hijos. Rea, abatida por la pérdida de su descendencia y embarazada de nuevo, recurrió a Gea y a Urano para que la ayudaran a salvar al que todavía había de nacer. Sus padres le dijeron que fuera a Creta cuando llegara el momento de dar a luz y que engañara a Cronos envolviendo una piedra con pañales. Cronos, en su apresuramiento, se tragó la piedra, pensando que era su hijo.

Este último hijo, al que no pudo tragar, era Zeus, que efectivamente derrocó a su padre y se convirtió en el dios supremo. Educado en secreto hasta que fue adulto, Zeus recibió ayuda de Metis, una diosa preolímpica de la sabiduría y su primera consorte, para conseguir que Cronos vomitara a sus hermanos olímpicos. Con ellos como aliados derrotó a Cronos y a los titanes. La violencia había engendrado violencia durante tres generaciones.

Tras su victoria, los tres dioses hermanos, Zeus, Poseidón y Hades, se repartieron el universo entre ellos. A Zeus le tocó el cielo, a Poseidón el mar y a Hades el mundo subterráneo. Aunque se suponía que la tierra y el monte Olimpo eran un territorio compartido, Zeus extendió su poder sobre este territorio. (Las tres hermanas no tenían derechos de propiedad, lo cual es propio de la cultura patriarcal griega).

A través de sus uniones sexuales, Zeus engendró la siguiente generación de deidades, así como a los semidioses, que fueron los héroes por antonomasia de la mitología. Mientras engendraba hijos activamente, él también, al igual que su padre había hecho, se sintió amenazado por la posibilidad de que uno de sus hijos le arrebatara el poder. Se había profetizado que Metis, la primera de sus siete consortes, daría a luz a dos hijos, uno de los cuales sería un niño que llegaría gobernar sobre dioses y hombres. Así que cuando se quedó embarazada, temiendo que se tratara de este hijo, la engañó para que se volviera muy pequeña y se la tragó para impedir que diera a luz. Al final, el niño resultó ser una niña, Atenea, que acabó naciendo de la cabeza de Zeus.


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